Resumen del libro La solución a la procrastinación por Timothy Pychyl
Breve guía con la mejores estrategias para vencer el hábito de postergar
La primero que llama la atención es que Timothy Pychyl es el profesor o investigador citado con frecuencia por muchos autores vinculados a temas de productividad.
Parece que después de mucho tiempo lo han convencido de hacer un libro sencillo, no tan científico y, sobre todo, con una explicación bastante clara y aplicable de cómo hacer frente a la procrastinación.
De hecho, el autor lleva 20 años estudiando el tema y es una fuente recurrente para numerosos autores dedicados a esta área.
Algunas ideas que considero vale la pena rescatar:
La procrastinación, a diferencia de cualquier otro aplazamiento o demora, se caracteriza por que abandonamos voluntaria y deliberadamente lo que debemos hacer, cuando nada nos lo impide.
Consejo accionable: Hacer una lista de las tareas pendientes. Anotar qué sentimientos y pensamientos nos genera cada una de las acciones que tenemos por ejecutar.
Al dejar la procrastinación, sobre todo al eliminar demoras innecesarias en nuestras obligaciones, vamos a vivir de forma más plena y sin remordimientos.
La procrastinación tiene mucho que ver con la incapacidad para autoregularnos y, en ocasiones, para anteponer un impulso al objetivo que debemos cumplir. El autor propone pensar: "Si siento emociones negativas al enfrentar una tarea, intentaré mantenerme firme, no aplazaré ni huiré".
El principal problema de procrastinar es que cuando nos proponemos realizar una acción futura, nuestro estado de ánimo en ese momento suele ser positivo, pero no tenemos control sobre cómo nos sentiremos al día siguiente.
El autor plantea estrategias como representar el futuro como si ocurriera en el presente y dar por seguro que cometeremos errores, asumiéndolos de antemano.
Debemos estar preparados para reconocer que inventamos excusas inútiles para posponer.
La implementación de intenciones desarrollada por Peter Gollwitzer de la Universidad de Nueva York refuerza el propósito de alcanzar un objetivo estableciendo de antemano cuándo, dónde y cómo lo lograremos. Fijar la intención con ese nivel de precisión es mucho más efectivo que limitarse a hacer una lista sin plazos definidos.
La procrastinación cesa cuando nos ponemos manos a la obra. Desde luego, ese no es toda la solución, pero sí un primer paso gigantesco y crucial.
Estudios de Jean Mc Crea de la Universidad de Constanza y sus colegas demuestran que pensar de forma abstracta sobre nuestros objetivos nos induce a considerarlos menos urgentes o apremiantes. Tener pensamientos más concretos sobre la meta, tarea o planes específicos nos lleva a actuar de forma más oportuna y, sobre todo, a ponernos manos a la obra.
Para realmente abordar una tarea, el mejor escenario es dividirla en subtareas.
Minimizar las distracciones es clave. La manera de lograrlo es siendo proactivos. Antes de comenzar a trabajar, asegurarse de eliminar potenciales distracciones: desconectar redes sociales, entre otras medidas. Es preciso desconectarnos de elementos distractores.
Las investigaciones de Pychyl demuestran que un 47% de personas ha señalado procrastinar por enfrascarse en herramientas digitales y el mundo online. Se habla de una “cibervagancia”.
Eso fue todo respecto a este libro. Procura poner en práctica estos consejos y no dejarlos para después.
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